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Bienvenidos

El objetivo de este blog es crear un espacio para personas abiertas de mente que quieran ofrecer explicaciones a situaciones que aún no han sido totalmente resueltas. Bienvenidos al mundo del misterio...

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Freddy Stumpf: Director de Estudios Paranormales

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Saturday, 30 May 2015

Una Importante Lección



Teníamos con mi hermano solo catorce años, y era el segundo día en la playa, donde íbamos todos los años desde muy chicos, a pasar toda la temporada. Lo pasábamos muy bien, teníamos un gran grupo de amigos de muchos años, y prácticamente podíamos hacer lo que se nos antojara, además en el pueblo todos nos conocían porque mi abuela tenía un negocio bien grande y todos iban ahí. 


Nosotros nos quedábamos en unas piezas que había detrás del negocio, y que se habían construido justamente para que nosotros pudiéramos ir. Como estaban al fondo y el espacio era un poco oscuro, siempre nos daba un poco de miedo quedarnos mucho rato en las tardes antes de salir al pasear en las noches. Especialmente en esa hora de la tarde en que parece que todo se pone sombrío en una playa que es bastante fría a pesar de ser verano.  

Ese día habíamos llegado más temprano del rio porque estaba nublado, y comenzaba a helar. Nos quedamos en la pieza un rato, echados en las camas descansando, habían unos primos con los cuales comenzamos a conversar, justo en esa hora en que se mete el sol y todo se pone un poco silencioso.  Solo la luz que salía por la puerta iluminaba el pequeño patio afuera, que estaba rodeado por una construcción a medio terminar y una pared de unos tres metros de alto que daba directo a un camino que llevaba al rio. Muchas veces cuando llegábamos tarde y el negocio estaba cerrado, debíamos entrar a través de ese muro, con bastante cuidado para no caer de bruces en las baldosas del piso, porque prácticamente debíamos escalarlo para bajar. 

Bueno, estábamos conversando, pero no sabíamos que nuestro primo mayor estaba en la pieza de al lado, salió sigilosamente para asustarnos por la puerta que daba al patio, y cuando se asomo quiso sorprender al que pensó el que era uno de nosotros que estaba parado en la sombra de la puerta como queriendo sorprendernos, y que estaba de espaladas a él. Cuando lo quiso agarrar de sorpresa, su susto fue increíble cuando se acerco y vio que la altura de la sombra era demasiado grande, evidentemente no era ninguno de nosotros. La sombra, al percibir su presencia, dio dos zancadas y salto literalmente el muro de tres metros del patio, mi primo aunque espantado salió tras él y a duras penas subió el muro, a pesar de ser bastante ágil, pero no encontró nada. De esto, nosotros solo lo vimos pasar a la carrera, y nos levantamos a ver qué pasaba. Mi primo volvió y estaba pálido, preguntando si habíamos visto algo, o si había alguien más con nosotros. Nosotros respondimos negativamente, y ahí nos conto que alguien nos estaba mirando desde la puerta y que al aparecer el salió casi volando. Nosotros nos llenamos de pavor, sobre todo al ver la cara de Roberto, completamente desencajada, obviamente no estaba mintiendo. En ese momento recordó, que en  la navidad recién pasada, habían encontrado el árbol de pascua del negocio arrancado de cuajo desde el tarro donde se instalaba siempre y que el recipiente no estaba volteado, y un par de cosas más extrañas que habían ocurrido. El realmente había creído que esa sombra era uno de nosotros, pero nos conto que al acercarse y ver la reacción tan rápida había sentido que se estremecía como cuando uno está frente a un abismo, y parece que se le sale el alma del cuerpo. 

Estuvimos muchos días asustados por el tema, y era imposible que fuéramos solos en la noche, hasta que al fin se convirtió en un juego de desafíos, a ver quién era más valiente, como cabros chicos que éramos.
Pasaron un par de semanas y el hecho ya era una anécdota para contar a los amigos, hicimos exploraciones, por el camino hacia rio, con linternas o nos quedábamos escondidos al acecho de cualquier cosa que pareciera ser anormal en la oscuridad, aguantando la respiración del miedo, hasta que alguno hacia alguna broma o se tiraba un pedo, y todo se convertía en carcajadas. 

Pero, justo a mi me paso que los últimos días del verano, estaba muy cansado y me fui solo a la pieza poco antes de oscurecer, me recosté el camarote, y me quede pensando un rato. Había una radio antigua sobre el mueble frente a mí, de esas negras que tienen una luz roja cuando están prendidas y que parpadeaban cuando se perdía la señal.   

Por la ventana se veía como la tarde ya comenzaba a enrojecer el cielo, y la pieza se lleno de sombras. Me llamo la atención que la luz roja de la radio estuviera prendida, porque estaba todo silencioso. De pronto la luz comenzó a titilar, y empezó a sonar como por la estática, y a zumbar en mis oídos, poco a poco comenzó a subir el volumen del zumbido llenando mi cabeza, y vi como la pieza se achicaba a mi alrededor, como si fuera a aplastarme, yo no podía mover ningún musculo y cuando el ruido se hizo insoportable, di un grito que se confundió con el ruido de la radio, anulándolo al instante, y la lucecilla roja se apago lentamente como un fosforo. Cuando me incorpore para examinar la radio, me di cuenta que estaba desenchufada. 

Ese verano estuvo marcado por estos hechos, y algunos otros que les ocurrieron a mis amigos, aunque se que la mitad eran invenciones. Conversamos mucho sobre la posibilidad de que la casa estuviera cargada y no dudábamos en culpar a la dueña del negocio de al lado, de la que mi abuela siempre se había referido como una bruja. Y aunque no lo fuera era una persona bastante extraña, muchas veces percibí su mirada desde lejos como si me pudiera tocar con ella. 

Los pueblos pequeños tienen, o tenían, la particularidad de poseer una gran cantidad de historias extrañas, y es muy común que se digan cosas sobre quienes han progresado rápidamente, como pactos con el diablo, brujería, etc. La playa donde íbamos no era la excepción. 

Ahora con los años veo esto como uno de los primeros acercamientos al mundo del mal, que hasta ese momento me era desconocido. La inocencia de la niñez hace invisible estas cosas, como niño me costaba creer que alguna persona pudiera tener malos sentimientos hacia los demás. Una de las grandes lecciones de mi abuela, era que no es necesario hacer hechizos o andar en escoba para ser bruja, solo con pensar en ello podemos hacer el mal, y la envidia, uno de los sentimientos más fuertes y nocivos que poseemos, es la mejor herramienta, aunque el primer afectado sea quien lo experimenta.

A lo mejor este sentimiento transmuta de alguna manera el medio ambiente de quien es el afectado, cambiando la frecuencia de sus receptores y colocándolo en comunicación con los oscuros, llevándolos de la mano por abismos para los cuales no estamos preparados y que finalmente terminan enfermándonos o haciéndonos elegir caminos equivocados.  

La lección, creo yo, no es cuidarse, al parecer no se puede, sino saber que esto existe, para que cuando caminos de vez en cuando pensemos si es nuestro corazón quien nos guía o alguien o algo más.

Picktor
Antofagasta. 29 de mayo de 2015

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