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Cuando tenía 17,
fui con mi polola a un parque para enseñarle el arte de la meditación. Le conté
a ella de los grandes beneficios de meditar en términos fisiológicos y
mentales, el control de la voluntad, el desarrollo de la conciencia y paz
interior, la conexión con el universo, etc.
Cuando llegamos
al parque, comenzamos a meditar. Yo le dije que cerrara los ojos y que
respirara profundo y lento. Al principio le costó un poco concentrarse. Pero
luego de un rato, logró relajarse y entró en una especie de trance que es lo
que se espera en una meditación profunda.
Estuvimos los dos
compartiendo nuestra meditación por largo rato. Yo terminé primero y me puse a
mirarla, me gustaba mucho, ella era hermosa y me puse a contemplarla mientras
ella seguía con sus ojos cerrados en su trance.
Repentinamente mi
polola abrió sus ojos, me miró fijamente y comenzó a manosearse sus senos de
manera grotesca. Y se puso a hablar con una voz ronca de hombre. Me dijo: “Ella
es mía ahora, ella es mía ahora…”
El miedo y terror
se apoderó de mi, fue sin duda la experiencia más horrible que he experimentado
en toda mi vida. Y la voz diabólica siguió diciendo:
“Ella es mía
ahora, pero podríamos trabajar juntos”
Ante tal
propuesta le respondí:
Cometiste un
error al mostrarme que existes, maldito demonio. Eres malo y jamás trabajaría contigo.
Yo estoy con el Señor…te equivocaste, yo estoy con el Señor…
En ese momento me
acerqué al cuerpo de mi polola, la abracé y la besé, pero el demonio se
resistía. Me empujaba con fuerza para que no me acercara a mi polola. Así
estuvimos forcejeando varios minutos. El demonio me garabateaba e insultaba, me
decía las blasfemias más horrorosas e intimidantes que se pueden decir, pero yo
no me intimidaba. Seguía besando y abrazando al cuerpo de mi polola hasta que
finalmente cayó inconsciente. Mi manera de exorcizar a mi polola había funcionado,
fue el amor que sentía por ella lo que la salvó.
Al poco rato ella
despertó y me preguntó qué había pasado, no se acordaba de nada. Yo le dije que
se quedó dormida con el trance. Nunca le conté lo que realmente le había sucedido,
aun después de nuestro matrimonio algunos años más tarde. Y por suerte nunca
más le ocurrió algo semejante.
Esta horrible
experiencia fue muy importante para mi, ya que desde entonces me he interesado
en fenómenos paranormales y me he dedicado a la curación espiritual, siempre
bajo el amparo de nuestro Señor Jesús. Me gusta trabajar en la sanación de las
personas y también en la limpieza energéticas en lugares que están cargados. He
visto muchas cosas desde el exorcismo de mi compañera. Algunas de ellas las compartiré
también en este espacio de Descifradores de Misterios en un futuro próximo.
Manuel
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