Cuando la madre y el padre
trabajan, se deben coordinar todas las tareas para poder cuidar de la mejor
forma a nuestros hijos, sobre todo cuando llega el primero, que es un tesoro,
que no quieres dejarlo solo en ningún momento.
En un día sábado y con pocos
meses de nacido nuestro querido hijo, la madre debió trabajar, así que
estuvimos el día solo, nos dedicamos a jugar, cantar, dormir y todo mientras
sea entretener a nuestro hijo. Durante la tarde nos recostamos en la cama en el
dormitorio principal, yo con mi hijo en brazo, aprovechando a descansar, mi
hijo se queda dormido, lo sigo manteniendo en brazos, mientras veo televisión,
lo miro y uno como padre, va evaluando que esté todo bien, color, respiración,
secarle su saliva, cuando para mi sorpresa, veo a mi querido abuelo acercarse
al lado de la cama del costado derecho, vestido con esos trajes antiguos, con
terno, osea, de tres piezas, lo veo y me mira con calma, se acerca tanto que
casi lo puedo tocar y oler, luego, se inclina su mirada hacia abajo, donde
estaba mi hijo en brazos míos, me da escalofrió, a mi me emociona, ya que mi
abuelo fue quien me crió, me educo hasta los 12 años, a quien perdí por una
lamentable enfermedad, después de verlo, en un cerrar de ojos ya no estaba, lo
que si me quedo, fue su última mirada, como diciendo “este es mi nieto, es
hermoso”, y ahora pienso que su visita fue solo para conocer su nieto, puesto
que yo para él era su verdadero hijo, nos queríamos muchísimo, hasta ahora lo
recuerdo y se me llenan los ojos de lagrimas, me quedo tranquilo solo con mi
hijo y cuando llega mi señora o esposa o mujer o la madre o mamá, le comento lo
que sucedió, obviamente sorpresa para ambos o mejor dicho para los tres, estas Visitas
son Celestiales, que de vez en cuando seria bello poder ver a los seres
queridos que ya no están contigo.
Tan solo puedo decir, que fue una hermosa
experiencia, y cada vez que la recuerdo se me llenan los ojos de lagrimas. Esta
fue una historia como todas, reales, espero alguna vez puedan vivir algo bello
con un ser querido ya no presente.
Rodrigo Vivanco
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